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Omaha, la gata bailarina

  • 22 ago. 2014
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Imagen de Omaha, la gata bailarina

Cómic promocional de "Omaha, la gata bailarina" - Cortesía de Astiberri

En este artículo queremos dejar de un lado las chapasimanesadhesivos y el resto de nuestros productos personalizados para hablaros de una de nuestras pasiones. Omaha es el nombre de una nación indígena nativa de EEUU, del idioma que hablan, y de  tres pequeños pueblos de Arkansas, Illinois y Texas (también en EEUU). Datos que, he de decir, desconocía hasta empezar a preparar este artículo. Más conocida me era la variante del poker (muy parecida al Texas Hold'em pero en la que a cada jugador se le reparten cuatro cartas) y sobre todo, el nombre de la ciudad más grande de Nebraska. Pero para mí, será siempre Omaha, la Gata Bailarina, un cómic adulto y "para adultos".

Omaha, la Gata Bailarina, creada por Reed Waller y a la que pronto se unió como guionista su compañera en la vida real (en aquel momento) Kate Worley, narra las aventuras de un puñado de "animalitos" cuyas vidas transcurren en Mipple City, una ciudad ficticia de EEUU que es espejo de Minneápolis (paradójicamente, el resto de localizaciones son reales: San Francisco, Chicago...). Gatos, perros, leones y demás fauna antropomórfica se dan cita en esta "novela gráfica" para demostrarnos que no solo los animales de Disney o de las fábulas hablan, y para completar uno de los mejores seriales en cómic que haya podido leer.

Omaha, Cuck, Joanne, Jerry, Hudle, Tabye y los demás protagonistas del cómic hablan, se van a restaurantes caros y baratos, tienen relaciones en las que la pasión va dejando lugar al desencanto, bailan, tocan música, y cuando se van a la cama acompañados tienen sexo. Sí, porque en Omaha, la Gata Bailarina, cuando la noche cae y las cortinas se echan, seguimos siendo espectadores de lo que ocurre bajo las sábanas. En Ohama hay sexo, abundante y explícito. Tríos, relaciones con personas del mismo sexo, adulterios, relaciones liberales, onanismo... Lo que le pudo haber costado el ostracismo en sus inicios (allá por 1978) acabó por acercar cada vez a un sector más amplio de público, y se convirtió en marca de la casa. Era una de las primeras veces en que el sexo se trataba de una manera madura en una historieta de cómic. Y no solo eso: los estereotipos eran reales, las escenas también lo eran (nada de super-miembros ni de super-activistas del sexo), y el respeto hacia las mujeres era patente y lo alejaba de cualquier otra publicación que a priori pudiera ser semejante. De hecho, las páginas de Omaha están llenas de mujeres de fuerte carácter, independientes, y que no se dejan mangonear por los hombres. Como la vida misma (y como las protagonistas de otros tórridos seriales, como "Locas" y "Palomar" de Jaime y Beto Hernández, respectivamente).

Aún más, el sexo en Omaha, la Gata Bailarina es una forma de conocer más a sus personajes, de empatizar más con ellos. Es una bocanada de aire fresco entre el resto de la historia (plagada de información y prácticamente sin referencias de narrador omnisciente), construída a base de elipsis. Es un recurso similar al de esas ilustraciones que se colocan a cuentagotas en algunos libros llenos de páginas y texto, y que contemplamos aliviados, preguntándonos cuándo llegará la siguiente.

El mundo del baile, las intrigas políticas, la vida de los viejos (y nuevos) ricos, el paso a la madurez y en fin, la vida cotidiana conforman el resto de los pilares de esta historia.

En España, Astiberri empezó a editar las obras completas en el año 2008, y en el año 2013 publicó el cuarto y último tomo. Como viene siendo habitual en la editorial, todos con un gusto exquisito, tanto en el acabado, como en el tratamiento de la edición (supongo que muy similar a la norteamericana). Acabo de releer toda la obra seguida, y no podía por menos que recomendaros esta lectura caliente y sincera.

Omaha, la gata bailarina
Cómic promocional de "Omaha, la gata bailarina" - Cortesía de Astiberri